Nissan Skyline GT-R R32



 


 El GT-R R32 fue la octava generación del modelo y vio la luz en 1989.

La evolución a nivel estético era patente, estableciendo los rasgos que permanecerían durante tres generaciones hasta la llegada del Nissan GT-R actual: largo y bajo capó, gran tamaño, solo dos puertas y un alerón trasero de tamaño considerable.  El Nissan Skyline GT-R R32 nació para participar en el Grupo A de la FIA, por lo que originalmente se planificaron 5.000 unidades, las necesarias para llevar a cabo la homologación. Sin embargo, las buenas palabras de la prensa hicieron que fuera un éxito de ventas y que pronto se agotara esa tirada inicial.

 

El R32 fue el primer Skyline en montar uno de los motores más reconocidos de la industria, un bloque que se hizo un nombre por su fiabilidad y por la facilidad para potenciarlo que tenía, el mítico RB26DETT.  Se trataba de un propulsor de seis cilindros en línea, con 2,6 litros de cubicaje y doble turbo. Sobre el papel, debido a las normativas japonesas, solo desarrollaba 276 CV, pero a la hora de la verdad, si se subía a un banco de potencia era capaz de entregar 313 CV.

El sistema analizaba 10 veces por segundo la tracción en cada una de las ruedas, pudiendo distribuir la fuerza entre el eje delantero y trasero, así como entre cada lateral. Actuaba de base como un tracción trasera, pero cuando se perdía agarre, se mandaba la fuerza a las ruedas delanteras. Además, contaba con dirección a las cuatro ruedas.  Gracias a ello las unidades de calle aceleraban de 0 a 100 km/h en 5,6 segundos y conseguían completa el cuarto de milla en 13,9 segundos.


La trayectoria del Nissan Skyline GT-R R32 terminaría en 1994, cinco años después de que saliera de fábrica el primer ejemplar. Para entonces se había vendido casi 44.000 unidades, convirtiéndolo en una de las generaciones más destacadas de la saga.

 

 

 

 

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